febrero 03, 2009

Pinche Ley del Libro

Acaso suceda lo mismo que con el precio máximo al público de los medicamentos, regulado también por la autoridad y hecho una burla por las farmacias "de descuento" quienes simplemente tachan el precio, asignan otro con base en el descuento que se supone dan y venden por debajo del precio máximo. Todo, sin quebrantar la ley. La gente, sin embargo, sigue comprando en las farmacias de descuento por la ilusión de tener un mejor precio.


Lo mismo puede suceder con las librerías y los libros. Tachan el precio fijo, inventan uno y crean la ilusión de que existe un gran descuento. Los medicamentos no han bajado de precio, los libros tampoco lo harán.


Las leyes no solucionan problemas. Las acciones lo hacen. Si los consumidores ignoramos librerías malogradas como ghandi y compramos en sitios de nuestro gusto... Hay que saber asignarle un valor a ser bien tratado y encontrar lo que se busca. Ese valor, lamentablemente, es un precio fijado en dinero. 


Por último, los libros son objetos de lujo. Si un sujeto puede comprar un libro en 100, también lo comprará en 120 porque ya tiene la capacidad de gastar su dinero en cosas que son un lujo. La elasticidad de la demanda disminuye conforme incrementa el ingreso. La quiebra de las librerías y de las editoriales mexicanas, no se debe a la explotación del consumidor por los editores y las grandes librerías. Se debe a la enorme deficiencia cultural del país, a que la gente normal no compra libros. Y no existe un mercado para una edición de más de 1000 ejemplares con un porcentaje tan elevado de analfabetas y uno aún más elevado de analfabetas funcionales. Si cada mexicano lee en promedio 1.5 libros al año, basta hacer el cálculo para demostrar, estadísticamente, que el negocio de las librerías no admite competencia, no porque los malos sean muy malos y muy ladrones (que sí lo son), sino porque NO HAY GENTE QUE LEA, es decir, no hay mercado. Vender libros aquí, es como vender refrigeradores en el circulo polar durante el invierno.


Primero educar a la gente, que aprenda a leer, que busque leer. Crear el mercado Luego, educar al consumidor, para que aprenda a ver más allá de las ofertas ilusorias. Al final, quizá, la Ley del Precio Fijo del Libro.


Y sin embargo, empiezan por el final. Lo peor es que existan "intelectuales" que defiendan una medida ilógica pensando que será una solución mágica.