mayo 18, 2010

De alergias…

Estrellita dispersa que tanto insistió a la banda por revivir este blog  no se había tomado la molestia de incluir algún pincheo a pesar de que cada día apuesta que la lista de las cosas por maldecir crece infinitamente.

Y, cómo no pinchear la maldita alergia causada por el polvo que contenía una gran cantidad de libros referentes al tema que durante ocho años me tuvo atrapada en ese “Castillo de la Pureza” (como un buen día fue bautizado el cubículo de sacrosanto edificio).

Ahí estaban, apilados en  mi recámara  esperando un lugar para residir. Durante algunos meses el fastidio de recordarlos me llevaba a olvidarlos, pero la inevitable falta de espacio y el caos que me tiene harta me llevó esta noche a verlos nuevamente.

Comencé a ubicarlos en un lugar en el que no recordara su existencia cada mañana al despertar, pero para mi mala fortuna los mentados libros son voluminosos y el espacio reducido, así que rumiando regresé con ellos a mi cuarto. Mover de aquí a allá provocó  una gran cantidad de polvo,  el resultado: ojos llorosos y nariz congestionada.

Y el caos no desapareció, sólo cambió su forma.

¿Alguien desea libros cuyos autores se inspiraron con un churro de marihuana  para explicar la teoría del delito?

 

PD Me lleva el carajo, olvidaba  que junto a una lámpara fuera de mi recámara hay otra pila de esas malditas publicaciones esperándome…

abril 15, 2010

Volvámonos ligeros, bien pinche ligeros...

A petición de la estrellita, reviviremos este santo blo' que nos hace sentir más miserables, pero en colectivo, en público.

Y pa'que no se diga, pinchearé a cada rato, por cualquier berrinche, por cualquier pendejada, de esas que no ocurren a diario.

Volvernos pinchemente ligeros.

Pero qué pinche necesidad, como decía la Violetta.
Qué pinche necesidad de estar lejos, de no encontrarte en los lugares de siempre, de no reír ni mentar madres a gusto, juntos.

Qué pinche necesidad de estar lejos, de necear, de buscar alternativas en la podredumbre.

Qué pinche n-e-c-e-d-a-d de pretender que cualquier proyecto funcionará lejos...uno del otro.

Volvámonos ligeros. Quememos las naves, compremos nuevas y quemémoslas en el siguiente puerto. Intentemos de todo, hagamos, deshagamos, vendamos, compremos, creemos, explotemos... pero hagámoslo juntos.

Convencida estoy de que lo único pinche valioso en este mundo, lo único que toda la pinche gente exitosa quiere, es tener a alguien con quien mentar madres y reír y llorar, y que no le cobre por ello.

Me largo.
Me pinche largo.

babai.


agosto 10, 2009

Pinche Cruda Culera!


No pues si... A huevo, ya me empedé y me la pasé bien chingon ayer ¿no?, ahora sí a quejarme de la pinche cruda! Vale madres....

La gente podrá decir: "Si ya sabes que mañana vas a estar crudo, ¿para que tomas?". Pero yo digo ¡chingada madre! ¿¡por qué semejante castigo nada más por pasar un buen rato!?

El maestro de las canciones cantineras, Antonio Aguilar, describe dicho malestar de la siguiente manera : "Se te arruga el corazón, te explota la cabeza, das aliento de dragon y además tu vieja dice: Ora viejo barrigón, ya perdiste la vergüenza!"

A mi parecer, su descripción se queda corta. Y es que una cruda, pero de las de a de veras, no de las que "ay si nomás me duele la cabeza y ando un poquito desvelado", no, no, la cruda verdadera es aquella en la que uno despierta en un estado intermedio entre la borrachera y la resaca, un estado que he denominado "la creda", misma que se presenta al rededor de la 1 de la tarde.

En mi peor cruda, he tenido la sensación de que estoy a punto de estirar la pata. Bueno, con decir que fui a comer barbacoa y la barbacoa fue a dar a los aposentos del dios de porcelana. ¡En una verdadera cruda, ni el remedio mas antiguo y sabio sirve para nada!.

De verdad no entiendo. O sea es un castigo que debería darsele al plagiario, al asesino, al ladrón, al culero vamos. Pero ¿por qué un castigo tan severo a un inocente bebedor de fin de semana?

En una de esas crudas, te levantas todo madreado del cuerpo, mareado, con ganas de cantar Guadalajara, dolor de cabeza, estómago burbujeante, la boca con sabor a cenicero, ojos rojos, llorosos y picosos, la barba y el bigote como si no te hubieras rasurado en una semana, débil, y sin sentido de la orientación. Yo digo que no es justo, no es justo y no es justo. Carajo, pues ni que andubiera pedo todos lo días, ahí si para que vean a lo mejor se me haría justo, pero no cuando me voy de pedo un día de la semana nada más, Chinga ¿que no por eso se inventaron los fines de semana? ¿para pasarla bien y olvidarse de todo lo que malo que nos paso en los 5 dias anteriores?

Es una chingadera, y yo creo que ya es hora de que los hombres de ciencia, se den cuenta de que es injusto y utilizen su inteligencia para ponerle fin a este castigo tan culero.

He dicho.

P.D. Salud!!!

julio 30, 2009

Tyler Durden says:

julio 09, 2009

Pinche pinche pinche trabajo

Siento que navego en un barco de papel, o peor aún, sobre una hoja bond cubeirta de letras, que navega sobre un espejo de agua a pocos segundos de empaparse completamente y bajar al fondo, sin posibilidad de ser legible otra vez.
Uno es jóven, ese es el gran error. Definitivamente, si estas desagradables experiencias tuvieran lugar en un momento de madurez, en uno de esos momentos que la gente suele llamar "de plenitud", es claro que lo que me pasa no pegaría como garrotazo en el ánimo. Pero según me cuentan, todo esto se trata de un aprendizaje, de madurar. Como perones, madurar para terminar cayendo del arbol y sin más que contar, esperar a que se lo deboren a uno como "debe ser"... porque estas cosas "así son, así es en todas partes".
Ahora bien, ¿quien chingados dijo que las cosas así son? Seguramente el mismo cabrón que dijo "vivir fuera del presupuesto es vivir en el error" y por ello, generación tras generación de servidores públicos se dedican al exquisito aprendizaje de comer caca, día a día hasta obtener su jubilación.
Por ejemplo, la secretaria (para este momento, ya es obvio que mi trabajo se lleva a cabo dentro de una oficina, ¿no? dentro del área que se denomina cada vez con mayor asco como "cultura") es una mujer de mediana edad (ella sí que entró en "plenitud", o por lo menos tiene la edad para ello) que llega tempranito a la oficina, enciende su computadora y entra a internet. Las siguientes 9 horas -digo 9 porque en realidad hace "horas extra" para ganar más dinero- las pasa pegada a su perfil de Hi5, a su correo en Yahoo, a los anuncios de Segunda Mano y de OCC, porque siempre busca trabajo... Sus ratos libres, o sea, cuando no está haciendo nada de lo anterior, los dedica a hablar mal de los demás, a quejarse de que todo lo malo le pasa a ella, y a cazar la limosna de quienes entran en el juego de "es que soy tontita". En fin, este patetico personaje vive en realidad del dinero extra que pueda encontrar en cualquier cartera, bolsa, monedero o lo que sea, de aquellos que, en un momento de buena fe o bien de estupidez, decidan "completarle" el salario con un poco de lo que ganan.
Otro ejemplo, la jefa. Una mujer de grandes vuelos, gran carrera política, gran prestigio. Gran bocota. Uno de sus mejores atributos es escribir a computadora solamente con los dedos índices, y caer en pánico cuando el corrector de estilo hace su trabajo y la letra W desaparece del teclado. ¿Porqué a ella le dan el teclado sin W, porqué Dios?!!! Muchos compromisos sociales, muchos viajes... nada, pero nada de nada dentro del craneo. Tal vez el cerebro se quedó pegado al teclado que si tenía letra W...
O bien, la otra asistente... modelo perfecto del arribismo político priísta. Apadrinada por los altos mandos de la educación pública, la pobre yace esperando aquí la oportunidad de su vida, otorgada obviamente por sus múltiples contactos, influencias y redes políticas. Sin embargo, sigue esperando aquí.
Y yo. Yo que no se bien la diferencia entre el bien y el mal. Yo que sigo pensando en los principios éticos y morales que deben sostener un buen trabajo y una buena reputación intelectual. Yo que hasta hace poco tiempo era extremadamente puntual para llegar a la oficina. Yo, que a pesar de todo lo que puedo, quiero o deseo hacer, me encuentro en compañía de los personajes descritos arriba, sentada en la misma banca reflexionando que, en efecto, la única idiota, la única pinche soñadora, la que está mal... si señores, sí. Soy yo.