diciembre 04, 2008

Pinche Genemex

Soy mexicano y me siento orgulloso de serlo, pero a veces tenemos algunas pinches actitudes que parecen herencia genética, no sabemos ni porque ni como las adquirimos pero ahí están y normalmente para alguien que nos ve desde otro punto de vista (un extranjero por ejemplo) son cagantes e incomprensibles. Para efectos didácticos llamaré de ahora en adelante a este conjunto de actitudes típicas del mexicano el “Genemex”

El Genemex es algo que traemos impregnado como un sello de calidad (o de equipo defectuoso), es eso que nos hace expertos en el albur o la tranza y nos hace ser aguantadores, tochos, agachones y fanfarrones según sea el caso. Como buen elemento instintivo de cada especie, el Genemex predomina en el “ELLO” del Mexicano, es decir, en la parte más primitiva. Por lo tanto para controlarlo se necesita de cierta educación familiar, escolar, autodidacta, eclesiástica, sentido común, consejos de sabios o cualquier otra fuente de sabiduría, sin embargo, es habitual encontrarse a algunos bien pinches orgullosos mexicanos que al parecer no han podido hacerse de ninguno de estos medios para limitar el Genemex, que sin duda los ayudaría a sobrevivir la jungla, pero aporta poco al intentar construir y convivir en una sociedad más civilizada.

Como algunos de los más grandes exponentes del Genemex podemos encontrar a los microbuseros, profes de oaxaca, Chapoy, el mosh, Bejarano, el Precioso, el que se baja del coche cuando alguien maneja mal, el tío alcohólico, muchos diputados, yo, etc. Pero quiero aprovechar este medio para escribir un homenaje a uno de los mayores representantes del Genemex con los que me he topado directamente, se trata de un proveedor con el cual tuve una amarga y enriquecedora experiencia.

Mi trabajo se basa en la idea general de que “al cliente lo que pida”, soy proveedor de muchas personas y a su vez soy cliente de muchas otras, empresas grandes y pequeñas. Un buen día me llegó un correo invitándome a participar en una expo en la hermosa ciudad de Acapulco que se llevaría a cabo tres meses después. Debido al largo proceso administrativo que exige la empresa en la que trabajo, a la poca anticipación con la que fui notificado y al estado económico actual en donde todos los presupuestos ya se recortaron hasta el fin, me vi en la necesidad de reportar por vía telefónica al proveedor que no podríamos participar en su evento, a lo cual el amable señor respondió: “no importa, con cualquier material que puedas mandar es suficiente y no habrá cargo económico alguno”. Ante tal ofertón acepté. Pasaron los días, el día del evento se acercó y envié el material que consideré adecuado. Al día siguiente el proveedor enloqueció, recibí un correo amenazando que si no enviaba más material haría una rueda de prensa para desacreditar a mi empresa. Respondí el correo disculpándome por el malentendido y dando las razones anteriormente mencionadas. En unas horas la respuesta fue doblemente agresiva alegando un mal trato, prepotencia, mencionando mi poco sentido común, mi estado de chilango y hasta el famoso dicho “pueblo chico, infierno grande”, ahora con copia a un Gurú de mi corporación lo cual, debo aceptar, hizo que se aguaran mis heces.
Al siguiente día hablamos el tema en la empresa y se decidió amablemente reiterar al caballero nuestra disculpa, pero mantendríamos nuestra posición y no haríamos caso de sus amenazas.
Pronto respondió, y lo más pinche de su último correo, que es lo que aquí nos interesa es la frase: “A ver si para el año que entra siguen trabajando ahí, ya ven que como empleados no tienen nada seguro”.

Estuvo a punto de decir: ¡nos vemos a la salida! y ¡pero en albures me la mamas!

Gran pinche representante del Genemex, que cree que el que más amenaza y grita es aquel con mayor poder de negociación.

Esa manera de hacer negocios expiró hace 20 años y a mi parecer únicamente la mantienen los narcotraficantes y algunos políticos.

Pinches hijos de su mamacita que todo les dio y concedió cuando alzaban la voz y les hizo creer que, a pesar de ser holgazanes, ignorantes, mentalmente poco dotados y hasta feos, se merecían todo lo mejor del mundo porque ellos son los hijos más bonitos de ella. Cito al profe Caballo: el civismo se mama… y agrego, y el genemex también.

2 comentarios:

Alvaro dijo...

Jaja, excelente eso de en albures me la mamas jaja. Ni pedo aqui nos tocó vivir, y desafortunadamente a veces el genemex sale aunque uno no quiera.
P.D. El caballo fue, es y será un imbecil.

Erick dijo...

Amigo mío, debo pinchearos por coyón. Pinche sacón! Se te aguaron las heces! Follón!

Y de verdad que ese determinismo genético hacia la naquez, el adillismo y la falta de compromisa es terrible. Es un problema de salud pública.